jueves, 23 de septiembre de 2010

Contemplación

Sabéis de esa sensación de dolor extremo en que no se consigue ni siquiera pensar? Pues a veces se da a la inversa, se piensa tanto que no se consigue sentir...

Nos hacemos tantas preguntas, nos planteamos demasiadas incógnitas, nos aferramos excesivamente a recuerdos y a todo esto le damos vueltas una y mil veces, sacando conclusiones de lo más variadas sin que cualquiera de ellas sirva para frenar el acecho de infinidad de nuevos pensamientos, positivos o negativos, pero siempre inquietantes.

Pero, tal vez he errado la situación, y a su vez la contraposición; creo que el problema a veces puede que no sea el pensar como obstáculo para sentir, sino el sentir boicoteándose a sí mismo; la comparativa sería a esos momento de tanto dolor en que ya no sabes dónde duele...

Pensamos y sentimos y tratamos de darle un sentido a lo que creemos sentir, o peor aún, intentamos ver la lógica en el sentimiento y ante la carencia de la misma imaginamos que el sentimiento es errado y tratamos de negarlo consiguiendo sólo, y tan sólo a veces, enmascararlo. Y así continuamos sintiendo y pensando con la mirada perdida, fija en ninguna parte.

Una entrada tan deprimente amerita unas palabras de aliento, creo. Si una persona con conocimientos mínimos de psicología ve tan claramente el problema, cualquier experto podría ver la solución, si se ha sentido identificado con lo descrito bastará con que visite al su psicólogo más cercano, jeje.
 
El título del post se debe al nombre de la obra que lo ilustra, un óleo de la artista Nataixa Ros en cuyo blog podréis apreciar muchas de su creaciones 

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