viernes, 23 de abril de 2010

El cambio que necesitábamos. Enhorabuena compañeros!!

Cursé mis estudios a partir del 1º básico, hasta 3º de bachillerato en un colegio religioso, de monjas para ser más exactos. Una institución de ese tipo estaba caracterizada por la uniformidad, y no me refiero a el conjunto verde y beige que debíamos lucir todas las alumnas por reglamento, su intento de alienación iba más allá.

No me quejo, recibí una educación en valores que llevo muy arraigada y que agradezco, pero que se asentó en mí gracias a que esa educación fue enriquecida en casa, donde mis padres se preocuparon de matizarla hasta hacerla mía, llegando a formarme principios más allá de las normas y convenciones sociales, muy por encima de los protocolos, y por supuesto, sin miramientos a los juicios y prejuicios de aquellos que desde fuera sólo advierten rebeldía en lo que es sólo una manifestación de mi personalidad, que no es menos correcta o menos aceptable por no ceñirse al 100% de las imposiciones ideológicas de mi institución.

Durante trece años todo se basó en ver-oír-callar, no porque no tuviera nada que decir al respecto de lo que se me decía y mostraba, sino por una forma de ejercicio de tolerancia, y también de paciencia, ansiaba el día en que llegara a la universidad, una nueva etapa de mi vida y de mi instrucción donde esperaba encontrar la diversidad ideológica y la apertura mental de la que se me privó durante mi educación primaria y secundaria. Habéis oído eso de “a veces las cosas no son lo que te esperas”, pues eso, más vale no hacerse ilusiones precipitadamente, esa es una de las primeras cosas que aprendí al entrar en la universidad, a la Facultad de Derecho y Ciencias Económicas y Empresariales de la UCO más precisamente.

En mi querida facultad existía una cierta dictadura hegemonía, un grupo de jóvenes se había apropiado de tal manera de los cargos representativos estudiantiles que los habían vuelto prácticamente inexistentes para el resto de los alumnos, y por tanto inservibles; mientras año a año se anunciaban elecciones democráticas para los encargados de esos puestos, el acudir a las urnas constituía una mera formalidad ya que los candidatos no eran otros que los actuales ostentadores, o sus sucesores dinásticos, únicos posibles vencedores dada la ausencia de competidores.



Prefiero no entrar en los detalles de cómo se ocuparon de anular el acceso a dichos cargos, y de cómo en los últimos años han sido capaces de las artimañas más escandalosas para evitar que les sean arrebatados; en lugar de ello voy a daros la buena noticia, la que estaba esperando poder dar desde hace tres años, desde la primera vez que les plantamos cara y les hicimos despertarse de su cómodo sueño de sucesión dinástica y mínimo esfuerzo.

Ayer, jueves 22 de abril del 2010, se celebraron las elecciones claustrales en mí facultad, y un grupo de amigos y compañeros, arrojados y comprometidos, consiguió hacerse con la mayoría de los escaños, nuestra representación claustral de este año tiene un nuevo color, rojo a decir de muchos, haciendo alusión a la inclinación política de los nuevos representantes, pero yo lo veo más bien verde, que es el color de la esperanza.

Para terminar quiero darle la enhorabuena a los bandos ganadores, que a mi parecer son dos; por una parte la totalidad del cuerpo estudiantil, que ahora cuenta con el respaldo de representantes de calidad; y por otra, a estos siete compañeros, Francisco Sánchez, María López, Anabel Aguilera, Amín Sadik, Patricia De La Obra, Maria José Catalán Y Elvira Valverde, que han obtenido la recompensa a su esfuerzo y que ahora tienen el honor de hacer eso que tanto les gusta, trabajar por la igualdad, la justicia y la democracia; hoy en la UCO, mañana en el mundo.

martes, 6 de abril de 2010

El Principito

La historia de El Principito fue publicada por vez primera el 6 de abril de 1943, es un relato magnífico que no necesita presentación y mucho menos publicidad, ya que se ha leído a lo largo del mundo y en más de 180 lenguas y dialectos, según la wikipedia. No es que piense que mis hipotéticos lectores tengan edad infantil, o tan siquiera esa mentalidad, aunque no estaría nada mal, la verdad; pero, dedico un post a ese libro ya que, se tenga la edad que se tenga, merece la pena leerlo y releerlo, y por qué no, comentarlo y analizarlo, podemos encontrar muchas lecciones para adultos de parte de este pequñín, creación de Antoine de Saint-Exupéry.

Su protagonista, El Principito, es un niño que habita en el asteroide B612, muy pequeño, con tres volcanes y acosado por los baobas, y que un día abandona huyendo de los reproches de su Rosa, en busca de respuestas aparentemente sencillas y sin importancia para los interlocutores que se encuentra en los distintos planetas que conoce durante su viaje. 

El narrador, que es El Aviador, es un adulto que en un momento de su vida miró hacia atrás, volvió a ponerse en el lugar del niño que un día fue, y sintió un poco de pena y otro tanto de disgusto por el tipo de persona en que se había convertido, un adulto; durante sus reflexiones nos hace ver cómo deberíamos ver las cosas, a través de la lupa infantil, y cómo en realidad las vemos; nos critica y se autocritica con sus continuos ataques a la naturaleza de las personas mayores y a lo que ese planeta de adultos señala como importante cuando en realidad no lo es, para ilustrarlo tenemos una muestra de sarcasmo en una frase: "La geografía, en efecto, me ha servido de mucho; al primer vistazo podía distinguir perfectamente la China de Arizona. Esto es muy útil, sobre todo si se pierde uno durante la noche".

Las metáforas que se nos muestran son muy simples o muy complejas, según nuestro nivel de 'retorcidez' mental...está por ejemplo el tema del tamaño tan reducido del planeta de nuestro principito, lo cual nos indica que su vida/universo es aún muy reducido y le queda mucho por vivir y aprender. También están los baobabs, los dichosos baobas que representan esos problemas que debemos atajar antes de que se retuerzan demasiado, y que además debemos acabar con ellos de raíz, conforman junto con los volcanes un llamado a la disciplina, aunque estos segundos sean menos graves, conforman simplemente una de esas cosas que se deben hacer sólo porque alguien tiene que hacerlo, sin excusas.

Un elemento que es una metáfora a la vez que un personaje, es La Rosa, es el amor verdadero del principito, quien nos dice que ha habido otras en su planeta, pero sólo ésta ha florecido y perdura. Fragante y hermosa, perfecta pero llena de imperfecciones, muy orgullosa a pesar de su fragilidad, se muestra vanidosa y egoísta siempre reclamando mimos y cuidados. Tras dejarla abandonada en su planeta el principito se lamenta por no haber dejado que el perfume de su rosa (las virtudes) opacara sus desplantes. 

No me extenderé en mi análisis literario, de más o menos valor, me despido de este post con una de mis frases preferidas, que espero que nunca olviden: "No se ve bien sino con el corazón, lo esencial es invisible a los ojos"

lunes, 5 de abril de 2010

Llegadas y partidas; o, partidas y llegadas...

Hasta hace algunos años lo tenía bastante claro, ir a una estación de tren o autobús, a un aeropuerto o a un atracadero representaba sin lugar a dudas motivo de felicidad. Era siempre para recibir a un familiar o ser querido que venía de visita o en su defecto para embarcarnos en unas mal planificadas pero siempre emocionantes vacaciones.

Hoy, con 22 años, esa imagen teñida de celeste cielo (no utilizo la metáfora del rosa porque nunca ha sido un color de mi predilección) ha adoptado una escala de grises con ciertas tonalidades difusas y confusas de toda la gama de colores que el ojo humano es capaz de apreciar, y no sólo esa imagen de mí en todos los distintos puertos, sino también todas las imágenes de mí en distintos momentos reiterativos de mi vida que a medida que crezco van adquiriendo nuevas tonalidades o tal vez perdiéndolas, dejándome con una paleta diferente cada vez para ilustrarlas mentalmente en mis recuerdos.

Y el cambio en mi percepción no se debe al simple hecho de que crezca, aprenda y madure, no se trata de una perspectiva que haya adoptado por mi aprendizaje basado en teorías escuchadas o leídas, sino en el aprendizaje real, ése que nos porporciona sólo la experiencia.

Despúes de tantas despedidas en que el “hasta pronto” es sólo un decir, en que el “hasta la próxima” marcaba un futuro cierto en medio de la incertidumbre y en el que el “te echaré de menos” más sincero es el más falso porque en realidad se quiere decir “quédate conmigo, por favor”, después de éstas y otras frases de despedida que prefriríamos no tener que decir u oír mi mente siempre lógica ha sido vencida por una paradoja, por la paradoja de mi vida en las salas de espera.



Los recuerdos más felices se funden y confunden con otros que no lo son tanto; en las escalas de felicidad y tristeza  hay empates y desempates continuos. Vivo entre la nostalgia y la esperanza, las dos son combinaciones de alegría y tristeza, pero una me mantiene en el pasado, y la otra me empuja a seguir avanzando, ambas mostrándome una realidad más feliz.

viernes, 2 de abril de 2010

En nombre de...

El ser humano es perfecto e imperfecto a la vez. Desde el punto de vista científico el homo sapiens sapiens es una maravilla evolutiva, desde el religioso es una maravilla divina. Todos y cada uno encerramos en la complejidad de nuestro ser múltiples imperfecciones que nos hacen perfectos y nos permiten errar de vez en cuando.

Sí, errar es muy humano, dicen; pero, si es tan humano, que alguien me explique el porqué de negarse a aceptar los errores cometidos como propios y en cambio enmascararlos o excusarlos con justificaciones sin sentido. 

Escuchamos y/o repetimos demasiadas veces frases que contienen cosas del tipo “Lo hice por..” y a contuación viene palabras como “desesperación”, “ignorancia”, “necesidad”…y es válido, las personas seguimos moviendonos por impulsos e incluso por instinto. Lo que no es válido es creer que hacer cosas “En nombre de..” haga que por arte de magia nuestras acciones sean no sólo excusables sino además plausibles.

                  


No nos dejemos engañar por aquellas personas que portan falsos estandartes con los que pretenden dar mérito a las barbaridades que cometen, desde el insignificante “Te mentí porque no quería lastimarte”,  hasta “La guerra santa, en nombre de Dios” ,y símiles, que esgrimen los fanáticos religiosos.

Tenemos que ver el absurdo en sus justificaciones, por ejemplo, el amor es el más bello de los sentimientos, implica sacrificio, entrega, constancia; hablando de parejas, una persona que ama a otra le será fiel, sincera, respetuosa…no la traiciona y luego se lo oculta, eso no lo hace por su pareja, lo hace por sí, para tapar su desvergüenza. Los líderes religiosos justos difunden las enseñanzas de Dios, que no son otras que mensajes de paz, amor, misericordia, hermandad, perdón…muy distinto a lo que hacen aquellos que invitan a sus fieles a morir y matar como mandato divino.

Lo dicho, que no nos engañen, si un acto está motivado por un buen sentimiento o una buena causa, ese mismo acto tendrá un claro vínculo con ese sentimiento, como la única consecuencia posible  de ese sentimiento o esa causa; si quiero hacer el bien, hago el bien, y no tengo que dar explicaciones, el cómo y el porqué estarán a la vista.