viernes, 2 de abril de 2010

En nombre de...

El ser humano es perfecto e imperfecto a la vez. Desde el punto de vista científico el homo sapiens sapiens es una maravilla evolutiva, desde el religioso es una maravilla divina. Todos y cada uno encerramos en la complejidad de nuestro ser múltiples imperfecciones que nos hacen perfectos y nos permiten errar de vez en cuando.

Sí, errar es muy humano, dicen; pero, si es tan humano, que alguien me explique el porqué de negarse a aceptar los errores cometidos como propios y en cambio enmascararlos o excusarlos con justificaciones sin sentido. 

Escuchamos y/o repetimos demasiadas veces frases que contienen cosas del tipo “Lo hice por..” y a contuación viene palabras como “desesperación”, “ignorancia”, “necesidad”…y es válido, las personas seguimos moviendonos por impulsos e incluso por instinto. Lo que no es válido es creer que hacer cosas “En nombre de..” haga que por arte de magia nuestras acciones sean no sólo excusables sino además plausibles.

                  


No nos dejemos engañar por aquellas personas que portan falsos estandartes con los que pretenden dar mérito a las barbaridades que cometen, desde el insignificante “Te mentí porque no quería lastimarte”,  hasta “La guerra santa, en nombre de Dios” ,y símiles, que esgrimen los fanáticos religiosos.

Tenemos que ver el absurdo en sus justificaciones, por ejemplo, el amor es el más bello de los sentimientos, implica sacrificio, entrega, constancia; hablando de parejas, una persona que ama a otra le será fiel, sincera, respetuosa…no la traiciona y luego se lo oculta, eso no lo hace por su pareja, lo hace por sí, para tapar su desvergüenza. Los líderes religiosos justos difunden las enseñanzas de Dios, que no son otras que mensajes de paz, amor, misericordia, hermandad, perdón…muy distinto a lo que hacen aquellos que invitan a sus fieles a morir y matar como mandato divino.

Lo dicho, que no nos engañen, si un acto está motivado por un buen sentimiento o una buena causa, ese mismo acto tendrá un claro vínculo con ese sentimiento, como la única consecuencia posible  de ese sentimiento o esa causa; si quiero hacer el bien, hago el bien, y no tengo que dar explicaciones, el cómo y el porqué estarán a la vista.

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