domingo, 21 de marzo de 2010

Que no falten motivos para celebrar...

Hoy es un día de festejos especiales, de hecho se festeja por partida triple, hoy 21 de marzo se celebra la llegada de la primavera, es el día mundial de la poesía y el día mundial del Sindrome de Down. Tres magníficos motivos para entusiasmarse.

¿Que el día del Síndrome de Down no es para festejarse dicen? Ah...porque se trata de una enfermedad y por tanto es un motivo de tristeza más que de alegría, ¿no? Pues díganselo a ellos, a quienes lo padecen, y que siendo apenas concientes de su 'desgracia', como lo son de la mayoría de los problemas del mundo, más que sufrir disfrutan de su suerte, la suerte de no conocer la maldad, el rencor, la envidia o la avaricia, la suerte de no tener que cumplir con convenciones sociales porque carecen de significado para ellos, la suerte de no tener que aprender a amar de la manera 'adecuada' porque ellos solo saben hacerlo sin discriminación y sin medidas.

¿Que quienes lo padecen no son solo los afectados por  el cromosoma triplicado sino también sus familias? ¿Que en lugar de festejar deberíamos sentir lástima por esos padres que tienen que lidiar con un niño enfermo? Pues a ver quién es el listo que se lo dice a Andrés Martínez, padre de un niño con Síndrome Down, al que ama con locura y que agradece la bendición que ha representado en su vida con este poema que os dejo para festejar este 21 de marzo.

A UN NIÑO DOWN

Era una noche tan fría
cuando salimos despacio
para alumbrarte a la vida
camino de un dispensario.

Buscábamos la alegría
de compartir otro abrazo
y nació un niño distinto,
pequeño y de ojos rasgados.

Me acuerdo de aquella sala,
gentes vestidas de blanco,
y la cara de aquel médico
en su papel de togado,
con la mirada perdida:
algo había fallado.

La angustia de aquel momento,
solos tu y yo, y nuestro enano,
el mundo se nos caía
pero duró sólo un rato,
comprendimos que en la vida
no todo es bueno o es malo.

Eras un niño perdido,
te arrope entre mis brazos,
todavía estaba aturdido,
sin saber que había ganado.

Y doy gracias a la vida
porque a mi me haya tocado
esta bendición del cielo
en forma de Ángel humano.

Habla con Dios cada noche
su querubín más preciado,
don generoso y derroche
es la ternura en sus manos,
una sonrisa en su boca,
no falta amor en sus labios.

Algunos buscan la herida
donde poder siempre hurgarnos,
ciegos que no ven la viga
como sepulcros blanqueados,
pero tu y yo sabemos, amigo,
que Dios está a nuestro lado.

Se llama Andrés y es mi hijo,
ahora ya es todo un muchacho
y todavía me pregunto:
"¿por qué buscó Dios mi casa?"
para dejar un regalo.

Aquí va la Carta a Pepo, triste, pero bella como la intención. 
Acá la Carta de un niño Down, para darnos otra perspectiva

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